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- 11 abr
Chacón y el encaje imposible
Vaya por delante que yo también soy de los que conoció Carme Chacón en persona y que, a pesar de estar en las antípodas en muchos frentes, la consideraba una persona afable y de un trato personal y humano exquisito. Y esto incluso cuando sabía que su interlocutor se las había dicho de frescas, como había sido mi caso cuando lo había creído justificado y necesario. Chacón era, en este sentido, una política que esto lo sabía encajar. Otras cosas no tanto.
Ella que había conocido el éxito político de muy joven, como vicepresidenta del Congreso primero y como ministra después (para empezar, de Vivienda, y seguidamente de Defensa), nunca terminó de encajar la peor derrota del PSC en unas elecciones generales, el año 2011 con ella de cabeza de lista, después de haber cultivado los mejores resultados en 2008. En sólo tres años, con la gestión nefasta de Zapatero con la crisis, pero también con el Tribunal Constitucional ventilando el Estatuto que el PP muy especialmente (pero una parte importante del PSOE pisándole los talones) había convertido en el gran anatema, el crédito de una parte de la sociedad catalana con los socialistas se agotó. Y ella se resistió a encarnarlo en primera persona. Igual como no asumía (no se conformaba, en este caso) que la joven generación que había accedido con ZP al poder pasara como un suspiro.
Tampoco pudo encajar que ella, más PSOE que PSC cuando el PSC insistía en tener un mínimo de vida propia, perdiera por una veintena de votos en su batalla por la secretaría general de los socialistas españoles, con una cruda batalla interna en contra de que incluso llegó a utilizar su condición de catalana como factor de erosión. Incluso ella era sospechosa de algo, por el simple hecho de ser catalana. Ni la idea de España ni su idea de federalismo no eran soportables para la mayoría del PSOE.
Al final, los problemas de Chacón para encajar las sacudidas de su carrera política tenían de fondo un problema de encaje de signo diferente: el de una Cataluña que no quiere ser encajada en España. Una Cataluña que básicamente quiere ser. ¿El qué? Lo que decidan sus ciudadanos. Y esta realidad que no la metaboliza ni la generación política de Chacón ni las viejas generaciones que no marchan del PSOE ni con agua caliente, el encaje imposible que ellos quieren sólo a su manera, la del mainstream español, fue la gran piedra en el zapato de una carrera política que podría haber tenido mucho más recorrido si las cosas fueran diferentes. Pero las cosas son como son, y no como las quisiéramos cada uno de nosotros a su manera. Como la vida misma, que ha cometido la injusticia de llevarse demasiado temprano una política de suerte variable que era una persona bastante mejor y de talante humano muy estimable.
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