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- 07 feb
¿Qué escuece del 9N y del 6F?
La gente. El gentío. Esto es lo que les escuece. Después de ridiculizar y menospreciar lo que se estaba organizando de cara al 9N de 2014, al ver los más de 2,3 millones de personas que movilizó, la reacción sobreactuada y claramente desproporcionada del Estado nos ha llevado donde estamos. Un presidente de la Generalitat, su vicepresidenta y su consejera de Enseñanza, desfilando como acusados ante un juez para facilitar que tanta y tanta gente expresara democráticamente su voz. Un nuevo hito triste para el Estado español y la percepción de su calidad democrática. Porque se ha demostrado una vez más que no sabe digerir la diversidad, la discrepancia. Que no se siente seguro si alguien la discute, y eso en democracia es nefasto. Más cuando el hecho de que muchísima gente se movilice cívicamente se convierte para alguien un problema. Como ante el TSJC, con miles de personas manifestándose una mañana de un día laborable, en orden y sin romper una papelera, y que escuece porque es mucha gente. De hecho, ha sido menos gente de la que deberá movilizarse ante una hipotética condena de los acusados, pero mucha más de la que es capaz de metabolizar y entender un poder político español bien representado por un PP instaladísimo en el poder.
Dicen que la gente que se manifestaba en realidad “presionaba” el tribunal. Otra absurdidad desproporcionada que los delata. Delata la rabia, la desazón y sobre todo las contradicciones que los acosan internamente. ¿Una contradicción evidente? Dicen que nadie puede presionar una Justicia ‘superindependiente’ y al margen de la voluntad política y los tentáculos del gobierno de turno, y a la vez denuncian que esto ocurre cuando miles de personas apoyan unos encausados que los representan políticamente. ¿En qué quedamos? Pues que lo que les escuece es este apoyo social. Porque si el 9N hubieran ido a votar cuatro, o si este lunes nadie más que la familia hubiera acompañado Mas, Ortega y Rigau, no habrían tenido que forzar la máquina de la desproporción que los deja aún más en evidencia.
Dicho esto: vendrán días más decisivos y trascendentes. Y eso, necesariamente reclamará más gente. Si no es así, no les escocerá tanto y, sobre todo, no impulsará con suficiente fuerza el tramo de proceso que queda, que es el clavo.
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