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- 11 sep
La voluntad de vencer y de convencer
El amigo Quim Torra, director del Born Centre Cultural, me explicaba hace unas semanas, paseando por este nuevo rincón barcelonés de visita obligada, una anécdota muy esclarecedora del estilo español después de una victoria (suya). Sintéticamente: los consejeros de la ciudad como Rafael Casanova lucían unos ropajes muy vistosos (de hecho bastante recargados) que en la sociedad de su tiempo les confería estatus. Era una diferenciación, un reconocimiento, una autoridad de aquella que entra por los ojos. ¿Y al caer la ciudad, qué hizo el poder borbónico, de aquellos ropajes? ¿Quemarlos? ¿Proscribirlos? ¿Hacérselos suyos? No, los asignó a los ujieres del lugar. ¿Verdad que captan voluntad humilladora del vencedor? ¿Verdad que ven las ganas de vencer, no de convencer (y que se note), del poder que tradicionalmente ha sometido a Catalunya y sus instituciones? Pues persiste, igual como la voluntad del pueblo catalán de desprenderse de ello. Hoy, una Diada más, centenares de miles de personas se movilizarán para reivindicarlo.
El hacer de unos y otros persiste pasados los siglos y estos últimos días la política institucional nos ha aportado nuevos y paradigmáticos ejemplos de ello. La semana antes de la Diada, el president Artur Mas mira de enfriar la expectativa por el día después de la inmensa movilización que todo el mundo sabe que hoy conseguirá la Via Catalana per la Independència. Mantiene conversaciones con Madrid por la consulta y quiere imprimir tanto como pueda su propio ritmo al proceso, con prudencia. ¿Respuesta de Madrid? El ministro Jorge Fernández, dos días antes del Onze, prohíbe en Vinaròs un tramo de la cadena humana. Y sale el ministro García-Margallo y, el día antes de la fecha señalada, advierte de que el Gobierno español no accederá «nunca»a un referendo de autodeterminación pactado con Catalunya. Nunca. Los vencedores no pactan con los vencidos. Este es su lenguaje. Este es su proceder. Una fuerza intransigente y soberbia que solo puede responderse igualmente con fuerza, pero con la de la razón, la de los argumentos y la democracia.
Roda el món i torna al born. Pasan los siglos y los unos no convencen, de hecho porque ni lo intentan, mientras que los otros no se rinden sencillamente porque no lo pueden hacer, porque sería tanto como dar la razón a quien no hace nada consistente para ganarla.
Una jornada como la de hoy, festiva pero muy especialmente reivindicativa, pide de un antagonista con quien contraponerse. De hecho, los centenares de miles de personas que hoy se movilizarán de punta a punta del Principado no lo harán contra nadie. Muchos se habrán acabado sumando a ella después de años y años formando parte de un clamor popular y político hasta ahora no atendido por otras vías y desde siempre contestado con la fuerza, con la soberbia y con el espíritu de mal vencedor de un desafiante antagonista, el poder de Madrid, que se reclama así constantemente. De aquí que la Diada, hoy, muestre una vez más la voluntad de suma, de vencer y de convencer, que tiene que acabar saltando esta pared.
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