La alternativa española

  • La alternativa española

    El Día de Sant Jordi de este año, el Palau de la Generalitat contó con unos invitados especiales: familiares de Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito. El president Mas es un gran admirador de este libro, que ahora ha cumplido setenta años, e incluso lo homenajeó en su discurso institucional de la jornada. Pero Saint-Exupéry hizo más que aquella obra. Fue una de las voces de la resistencia francesa y publicó obras de interesante reflexión sobre los valores humanistas, como Tierra de los hombres (1939).

    Esto, después de realizar reportajes, por ejemplo en la España del 1936, aún tan presente. De él, sobre la actualidad, me quedo con una frase sencilla y prescriptiva: “para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada». Nos sirve, por cómo los hay que todavía quieren defienden que hay una alternativa razonable a la España actual, una alternativa (falsa) que debería disuadir a los catalanes de aspirar a decidir en las urnas si merece la pena seguir implicados en ese proyecto.

    Pero es cuando los Aznar hablan, que algunos ven claro. Aprovechémoslo, ahora que ha vuelto a pasar. Porque ellos nos redirigen la mirada hacia donde está el porqué de ciertas cosas. A la falta de alternativas reales, razonables y plausibles para Catalunya dentro de esta España, de la de ayer, de la de siempre y de la que pueda estar por venir. Porque el poder español (avalado por amplias y persistentes capas de la sociedad española expresada ya bastantes veces en las urnas) ha tenido, tiene y tendrá un proyecto de asimilación y de disolución de la identidad catalana en la castellana. Con aparente guante de seda o con manifiesta mano de hierro, pero siempre conduciendo en la misma dirección. Y las declaraciones televisivas de Aznar abriendo la puerta a un hipotético regreso a la primera línea de la política nos lo deja claro: la alternativa a Mariano Rajoy no es el también jacobino Alfredo Pérez Rubalcaba y su PSOE, sino un Aznar que también en esto, además de hacerlo con franqueza, los supera.

    Esta es la verdadera alternativa española al proyecto actual. Aún más España. Aún más españolidad entendida como uniformidad y como imposición de la vieja Castilla al resto de identidades del Estado. Es decir, un persistir en el intento de aniquilación de la realidad catalana, de su cultura y su lengua, incluso de forma más explícita. ¿Puede ser así? Por supuesto. Tan claro como que la alternativa catalana a esta realidad ya no pasa por esperar ningún gesto de comprensión o de conciliación reales. No llegarán.

    La opción está clara: enfocar la mirada al horizonte para ver claro. Un futuro donde España seguirá siendo como es (o peor), con una Catalunya que por tanto seguirá igual de maltratada o en condiciones aún más paupérrimas. Elegir entre estas dos alternativas ya no es asumible. Da miedo solo de pensarlo.

    El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo, propone Saint-Exupéry en Tierra de los hombres. Y, sin duda, toca afrontar el reto ya. Se impone medir, a la alternativa española, la catalana. Asumir el gran obstáculo y, frente a él, descubrir la solución.

    (Para leer el artículo en el último Boletín del CEJP, clicad aquí)